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Soria: “Cada año hay 17 niños quemados por explosivos”

Fue una sola chispa de la estrellita pirotécnica que una niña, de 5 añitos, meneaba en la despedida del año 2015. Saltó directo a su frondoso vestido de seda y este ardió en llamas en cuestión de segundos. Ana Soria la atendió en la Unidad de Quemados del hospital Roberto Gilbert, con el 40 por ciento del cuerpo quemado. Sobrevivió, pero las secuelas y cicatrices le quedarán el resto de su vida.

– ¿Con esto quiere decir que cualquier clase de juego pirotécnico es peligroso?

– Todos estos artefactos tienen pólvora y todos causan daño. Incluso, las personas se pueden afectar sin su manipulación. Hace cinco años atendimos a un niño, que ha sido uno de los casos más graves, que fue impactado con una bengala mientras veía la quema de años viejos. Ninguno de nosotros está libre de sufrir estas quemaduras porque no tenemos el sentido de prevención.

– ¿Cuál es la más riesgosa?

Las camaretas producen el 60 por ciento de los accidentes, porque los niños tienen la costumbre de buscar los restos en los escombros, y estos tienen pólvora. Puede producir, además, sordera y ceguera.

– ¿Cuántos niños atienden por quemaduras por fuegos artificiales durante las festividades de fin de año?

– Nosotros tenemos un promedio anual de 17 niños quemados por estos artefactos, la mayoría de ellos en los últimos días de diciembre. De ellos, el 50 por ciento requiere manejo hospitalario y el 50 se maneja en ambulatorio.

– ¿Hay secuelas adicionales a las quemaduras que provocan los explosivos?

– Físicas y psicológicas. El manejo del paciente quemado es integral y no termina con el alta. Y no solo afecta al niño, sino también para sus familiares. Hay padres que se sienten culpables por haberles comprado el material que les hizo daño. En el caso de quienes pierden alguna extremidad o quedan con cicatrices, necesitan acompañamiento psicológico. En las escuelas, por ejemplo, los niños pueden recibir bullying.

-¿Qué tiempo debe permanecer en tratamiento un menor de edad afectado por explosivos?

Hay atención ambulatoria y otras que requieren de hospitalización. Esto depende de la herida y la afectación. Por ejemplo, el caso del niño que le cayó la bengala estuvo dos semanas en el hospital. Pero cuando hay cicatrices grandes, las revisiones médicas son de por vida. Esto porque el niño va creciendo y se va desarrollando, y una cicatriz podría quitarle otras funciones, sobre todo de movilidad.

-¿Qué tipo de atención posterior se requiere?

– En casos de amputaciones se necesita de un psicólogo, de una terapista física y ocupacional. Con las cicatrices, adicional a estos especialistas, tiene que verlo periódicamente un cirujano plástico. El problema es que algunos pacientes no regresan para estas atenciones, por lo general por niveles socioeconómicos.

– ¿Qué recomienda hacer inmediatamente si un niño se lastima con estos artefactos?

– Retirar el fuego, aplicar agua a temperatura ambiente durante 15 minutos para neutralizar el calor y evitar que todas las capas de la piel se quemen. Lo más importante es no colocar ningún tipo de sustancia sobre la herida porque con esto la contaminamos. Luego llevarlos a centros especializados en niños quemados, que aquí en Guayaquil son el hospital Roberto Gilbert y el Francisco Icaza Bustamante.

Fuente: expreso.ec