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El vulnerable sistema eléctrico de Guayaquil

Solo en los últimos diez días se han registrado en Guayaquil tres prolongados cortes de energía que, además de caotizar el tránsito en la ciudad, han obligado a los habitantes a preguntarse si acaso vuelven los apagones.

“¿Será que acaso vamos a volver a vivir entre penumbras, como ya lo hicimos en el 2009? Ojalá y la situación no se repita porque en ese entonces perdí mucho dinero, casi me voy a la quiebra…”, expresa Keila Narváez, propietaria de un spa en la ciudadela Urdesa, una de las zonas afectadas por el corte de 27 minutos que el martes pasado fue causado porque un contratista municipal topó una línea de transmisión en el momento en que cortaba un enlace de alumbrado público.

A decir de la Unidad de Negocio Guayas-Los Ríos de la Corporación Nacional de Electricidad, CNEL, todas las interrupciones, al menos las siete más fuertes en lo que va del año, han sido causadas por factores externos, como el clima, los accidentes de tránsito, las tormentas y los cortocircuitos provocados por cometas y globos. Incluidas las dos de marzo, cuyos daños repercutieron en el Sistema Nacional de Interconectado de Transmisión, colapsando así a Guayaquil y dejándola prácticamente desarmada: con daños en los electrodomésticos y problemas en el sistema de transporte urbano, semaforización y en la operatividad del aeropuerto José Joaquín de Olmedo, que incluso tuvo que desviar algunos de sus vuelos.

Aunque para los expertos consultados por EXPRESO este último hecho fue generado por una sobrecarga de energía y no por factores externos, todos coinciden, al igual que CNEL, que el sistema eléctrico de la ciudad es vulnerable, pero por motivos diferentes.

CNEL apunta a que por tener líneas en su gran mayoría aéreas y expuestas a la vegetación, aves, roedores y factores antes expuestos, se da el problema. Héctor Plaza, docente de la facultad de Ingeniería en Electricidad y Computación de la Espol, y Reymont Castillo, presidente del Colegio Regional de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos del Litoral (Crieel), en cambio, consideran que los contratiempos sobre todo están ligados a la falta de inversión y mantenimiento por parte de la empresa.

“Los eventos que se dan es porque el mantenimiento no es dinámico, sino estático: solo en determinadas épocas”. Además, las subestaciones eléctricas, cuya infraestructura sirve para potenciar el servicio de energía en los vecindarios, están sobrecargadas porque los aisladores (líneas), en su mayoría obsoletos, precisamente -dice Plaza- lo están también, y eso facilita que se vaya el sistema.

“El Gobierno el año anterior le quitó casi $ 530 millones a CNEL, entonces no hay inversión para cambiar e instalar líneas nuevas que eviten las sobrecargas y apagones”; ni tampoco, advierte el experto, existe el dinero suficiente para adquirir los vehículos y la maquinaria adecuada para, por ejemplo, cortar cada que sea necesario las ramas de los árboles que -en efecto- pueden causar una serie de fallas.

Por falta de recursos y debido a los cambios constantes en la administración de las Unidades de Negocios y la Corporación como tal, agrega Castillo, ciertos procesos de operación y mantenimiento no han sido ejecutados o no, al menos, con regularidad.

“Ahora mismo el personal técnico de CNEL debería estar limpiando los aisladores, que por la época y el viento, tienden a llenarse de polvo e impurezas (lo que puede perturbar las líneas, los alambres, el equipo). Los mantenimientos a todas las infraestructuras eléctricas son planes que no deben parar jamás”.

Respecto a ello la Unidad de Negocio Guayas – Los Ríos confirma estar haciéndolo. “Nuestros trabajos son perennes, incluso gracias a ello, comparando el número de interrupciones mayores a tres minutos a nivel de cabecera de alimentadoras en lo que va del año y en relación al mismo periodo del 2017, tenemos una reducción del 11 %”, manifiesta sin revelar el número total de cortes suscitados y reiterando en el hecho de que sus desconexiones son de origen externo o causadas por terceros.

Y si bien los especialistas lo tienen en cuenta, consideran que CNEL podría tomar medidas preventivas, instalando señalética, para evitar los incidentes.

Según la Corporación, algunas de las desconexiones se dieron porque un globo de helio entró en contacto con las líneas eléctricas aéreas, lo que causó que un circuito se bote. “Si tan solo un letrero hubiese anunciado que determinada línea era de alta tensión o requería de cuidado, es posible que los habitantes no lo hubiesen lanzado”, dice Plaza.

En relación a las aves de rapiña, que con frecuencia se posan y entran en contacto con las líneas, fusibles y otros equipos, haciendo que se apague la energía, detalla Walter Gándara, también ingeniero eléctrico de la ciudad, se podría modificar la infraestructura de los postes, ponerle puntas o cubrirlas con una especie de cajas- para que la afectación sea menor.

CNEL, por su parte, hace un llamado a que los trabajos que otras empresas realicen sobre o en las estructuras sean coordinados con la Unidad de Negocios, a fin de evitar accidentes. “Ellos podrían solicitar protectores de líneas o alejamientos, e instruir a sus trabajadores o contratistas del peligro de acercarse o hacer contactos con las líneas de distribución eléctrica”, manifiesta, al hacer hincapié en que otros dos cortes de este año fueron provocados, como el del martes, por un contacto accidental de un contratista que trabajaba sobre el esqueleto de soporte de una señalética.

Las pérdidas las percibe el usuario y el sector privado

En un reportaje anterior publicado por EXPRESO, los expertos ya hablaron de las consecuencias económicas que genera un corte. Los usuarios se enfocaron en los daños de sus electrodomésticos o las repercusiones por el cierre de sus negocios; y el sector privado en las pérdidas por la paralización momentánea de la producción.

Si bien, explica Castillo, no existe a la fecha regulación alguna que permita saber cuánto pierde una empresa por cada minuto sin electricidad; Caterina Costa, presidenta de la Cámara de Industrias de Guayaquil, en su momento dijo a este Diario que cuando hay interrupciones se pierde la continuidad de la producción, lo que no solo daña el material que se está procesando, el cual puede ser recuperable o no, sino que el problema impacta en todas las áreas, incluyendo la administrativa y la de logística, pues eso impide el correcto desenvolvimiento de los procesos.

“A la larga cuando uno suma todas las paralizaciones se traduce en pérdidas de varios miles de dólares, y no por un año o meses, sino por pocas horas en las que no se produce”. Un gasto que, a juicio de Costa, se puede incrementar si uno de los generadores de la empresa, por el mismo apagón, se quema. “De ser así vamos a perder entre $ 60.000 o $ 70.000”.

Para Castillo una medida que a futuro, de continuar el problema, podría dar un respiro al sector privado está ligado con las compañías de seguro que cubren este tipo de eventualidad. “En otros países hay seguros que cubren por la materia prima que se dañó o dejó de producir. Aquí todavía no contamos con ese servicio…”.

Fuente: expreso.ec