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En 49 años, solo cuatro partidos ganaron la Alcaldía de Guayaquil

Desde 1970 hasta la actualidad (49 años), solo cuatro partidos políticos han logrado captar, a través del voto popular, la Prefectura del Guayas y la Alcaldía de Guayaquil.

Los desaparecidos Concentración de Fuerzas Populares (CFP) y Acción Popular Revolucionaria Ecuatoriana (APRE), más el también extinto Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y el Partido Social Cristiano (PSC) ganaron las elecciones seccionales manteniendo, en su momento, una hegemonía política en los dos cargos más importantes de la provincia con mayor número de electores.

El PSC ganó, de forma consecutiva, los seis últimos comicios por la Alcaldía de Guayaquil, desde que asumió León Febres-Cordero (+), máximo líder de ese partido en 1992. Luego, el actual alcalde, Jaime Nebot, tomó la posta en el 2000. Además, el PSC retuvo la Prefectura del Guayas desde 1992 hasta 2009 con Nicolás Lapentti.

Antes de la administración socialcristiana fue el PRE el que logró captar el sillón de Olmedo dos veces. Aunque estas alcaldías estuvieron llenas de polémicas y denuncias de corrupción lo que le impidió terminar los periodos legales. La primera duró un año, entre 1984 y 1985, y estuvo a cargo de Abdalá Bucaram. En la segunda asumió Elsa Bucaram, entre 1988 y 1991.

Además, también obtuvo la máxima representación de la provincia por dos ocasiones y que tampoco estuvieron exentas de críticas.

En cambio, el CFP captó la Prefectura y la Alcaldía, gracias a una coalición con el Partido Liberal, en 1970.

Sin embargo, estas administraciones duraron tres meses porque el presidente de esa época, José María Velasco Ibarra, se proclamó dictador y las autoridades de estos partidos fueron destituidos.

Luego, desde 1972, el país vivió una dictadura militar donde las autoridades eran designadas vía decreto supremo.

Con el retorno a la democracia, los únicos que rompieron la hegemonía partidista fueron Antonio Hanna, alcalde por el movimiento Acción Popular Revolucionaria Ecuatoriana en 1978, y Jimmy Jairala, prefecto entre 2009 y 2019, primero con el colectivo Proyecto Cívico Guayas y luego gracias a una coalición entre Centro Democrático y Alianza PAIS.

Esta realidad no significaría que el pueblo guayaquileño vote por una determinada ideología sino que la influencia de caudillos como Assad Bucaram, del CFP; Abdalá Bucaram, del PRE; Febres-Cordero y Nebot, del PSC, ha sido fundamental a la hora de convencer a los electores, asegura el analista político Oswaldo Moreno.

Sostiene que a través de la historia de Guayaquil hubo triunfos electorales encabezados por figuras políticas. El experto cita como ejemplo a Carlos Guevara Moreno, fundador del CFP y quien fue alcalde de la ciudad en 1951: “Siempre habrá un liderazgo que sustente esa fortaleza electoral”.

Con esto concuerda Francisco Huerta, exalcalde de la ciudad en 1970 y que fue destituido por Velasco. Sin embargo, considera que la hegemonía partidista se da con la llegada del PSC al cabildo.

Antes (de 1992) hubieron ciertas hegemonías no absolutas. Había más variación en las tendencias. El partido socialcristiano ha sido el más dilatado, pero es una hegemonía cantonal y que ahora quiere ser nacional”, dice.

La alternancia en el poder en niveles seccionales es positiva, según Huerta, pero esta, afirma, no puede ser impuesta para evitar las hegemonías y se debe concretar cuando “la gente quiera cambiar, ya que la continuidad de una buena administración puede traer beneficios para las ciudades”.

Aunque reconoce que mientras más caudillista sea un proyecto político tendrá una mayor tendencia a extinguirse: “Al fallecer el caudillo desaparece el partido, pero mientras más ideológico sea, mayor perdurabilidad logrará”.

En cambio, para Simón Pachano, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), la hegemonía del CFP, PRE y PSC se debe a que estos partidos encontraron su bastión político-electoral en Guayaquil y su área de influencia, aunque concuerda con los otros expertos en que también se han apalancado en el liderazgo de personas que han marcado una presencia muy fuerte no solo en la ciudad sino a nivel nacional.

A esto, Pachano suma la existencia de “redes clientelares” que existen en ciudades como Guayaquil que tienen bastante peso político y social: “El tema de la invasión y legalización de tierras, entonces estas redes negocian con los partidos y juegan un papel importante. Estas redes se pueden cambiar de un partido a otro”, señala.

Crear y mantener una hegemonía también dependerá, según Pachano, de lo buenas que sean las administraciones logradas por los partidos.

Cita como ejemplo la llegada de Febres-Cordero a la alcaldía, ya que logró “recuperar la institucionalidad del municipio” y esto lo continuó Jaime Nebot.

Eso explica, casi en su totalidad, el éxito electoral que ha logrado el partido socialcristiano”, afirma.

Además, sostiene que partidos como el CFP son movimientos solo de líderes fuertes, atados a un caudillo y que con la muerte o alejamiento de la política de ellos entran en una gran crisis.

Con la muerte de Guevara Moreno primero y luego de Assad Bucaram, el CFP prácticamente se hunde. En la segunda elección luego del regreso al periodo democrático (1984) sufre una tremenda caída luego de ser el primer partido nacional. A esto se sumó que nunca se preocupó por realizar buenas administraciones en Guayaquil y en ninguna de las instituciones que captó”, dice el especialista.

Sin embargo, para Fernando Carrión, también catedrático de la Flacso, lo que ayudó a la consolidación de la hegemonía socialcristiana fue el regreso de las élites que habían abandonado a Guayaquil gracias a “las dos figuras claves: Febres-Cordero y Nebot.

El primero es un caso único, ya que fue un presidente que luego fue alcalde y el segundo es el caso inverso, pues es un alcalde que daría la impresión que será presidente”.

Sostiene que antes de estos caudillos, Guayaquil tenía una erosión institucional del municipio y de otras entidades públicas como el Consejo Provincial.

Además, señala que recibieron el apoyo de las Cámaras de Producción, Comercio y de entidades como la Junta de Beneficencia, el club deportivo Barcelona.

Las élites han estado absolutamente presentes y permitan tener un modelo de ciudad, un modelo de gestión durante 27 años”, dice.

Aunque una de las características que también impulsa a votar al guayaquileño por un partido es el discurso que aplican sus líderes, reconoce Carrión.

De allí que los caudillos cefepistas, roldosistas y socialcristianos se hayan caracterizado por proyectar una imagen fuerte y efusiva, primero en la tarima y luego desde los cargos que han desempeñado.

Un ejemplo es Nebot. Él tiene una aceptación del 80%, todos los candidatos actuales del PSC están 30 o 35 puntos por debajo. Esto puede ser por un tema de discurso, de desgaste del sistema partidario, de carisma”, dice Carrión.

Para el catedrático, en Ecuador se vive en un sistema de representación política sin partidos y que esto quedará demostrado en las próximas elecciones, ya que “con más de doscientos partidos habilitados difícilmente pueden haber tendencias políticas”.

Todos los expertos coinciden en que los partidos deben impulsar más la ideología para no desaparecer, pero admiten que la presencia de un caudillo es necesaria. (I)

El 9 de octubre de 1984, el presidente León Febres-Cordero y el alcalde Abdalá Bucaram se encuentran en la sesión solemne por el aniversario de la independencia de Guayaquil. Foto: Archivo.

Fuente: eluniverso.com