MUSICA INTERNACIONAL

Isabel Pantoja grabó un disco muy sentimental

La cantante Isabel Pantoja estuvo dos días ingresada en un hospital sevillano donde, según los medios especializados en ese tipo de asuntos de la carne y el corazón, se sometió a una doble reparación de su físico: es decir, se arregló los pechos y reafirmó su cintura o viceversa.

No hay confirmación oficial de esta circunstancia, ni mucho menos de los detalles, pero sí de la siguiente noticia, que parece establecer una relación causa-efecto: Pantoja firma con la discográfica Universal, que gestionará ahora el lanzamiento de un nuevo disco y una gira mundial, de proporciones todavía desconocidas. Conclusión: Pantoja regresa a los escenarios.

En realidad, la tonadillera no se había marchado. Siempre estuvo entre nosotros. Desde su reclusión en la cárcel de Alcalá de Guadaira, donde ha vivido algo más de un año, hasta sus episódicas estancias en La Cantora, que hace de búnker familiar y sede social de “exclusivas Pantoja”, ese lugar donde nacen polémicas que parecen muy interesantes, sean desavenencias con su hija adoptiva Isa o las andanzas del niño ya no tan niño llamado Kiko Rivera, ahora padre por segunda vez de una niña que acaba de ser bautizada, además de todo aquello que forma el universo pantojiano, que tan productivo es a lo que parece.

Puestos a determinar el punto exacto en el que nos encontramos hay que precisar: uno, la hija de Kiko Rivera fue bautizada, a cuya ceremonia acudió marginalmente Pantoja, que fue vista pero no fotografiada. Dos, hay indicios que permiten sospechar que se prepara una exclusiva: Pantoja hará unas declaraciones en algún medio.

Expertos hay que especulan sobre este punto: la revista, tan celosa de la unidad familiar y de las buenas maneras, tan cumplidora con reinas, princesas, modelos, ricas y famosas (o, simplemente, mujeres de), sin antecedentes penales, ¿tratará como a una de las suyas a una mujer que ha cumplido condena por un caso de corrupción?

¿Dará portada a una reclusa? La respuesta no tardará en llegar. Quizás sirva como eximente que ella no fue acusada de sustraer dinero sino de colaborar en un delito tan poco claro a su audiencia, con una denominación tan mansa como “blanqueo de capitales”.

No tardará mucho en saberse porque todo está preparado para el regreso. Todo listo. El contrato con el sello de Alejandro Sanz o Raphael ya está firmado y, posiblemente, la exclusiva también.

La tonadillera hace caja por sus actuaciones y por sus desengaños, y esta segunda área de negocio ha sido muy productiva en los últimos tiempos: se han cumplido 10 años de la Operación Malaya, ha transcurrido una detención (2 de mayo de 2007), una acusación, un juicio (28 sesiones, finalizó en junio de 2012), una condena a dos años de cárcel, una polémica judicial por su ingreso en prisión cuando ni existe riesgo de fuga en su caso ni otros condenados pisan la cárcel en igualdad de condiciones.

El juez decidió, en una aplicación severa de la ley, que en el caso de Pantoja había materia para ejemplarizar. Y entró en prisión el 21 de noviembre de 2014.

De su ejemplaridad como reclusa hubo tales dudas que Instituciones Penitenciarias practicó una investigación para esclarecer las informaciones que se estaban divulgando sobre un trato de favor, amparadas en un escrito firmado por 56 funcionarios donde se especificaba que Pantoja desayunaba con la directora de la cárcel, disponía de celda individual, se negaba a ciertas tareas (barrer el suelo, sin ir más lejos), tenía a reclusas haciendo calceta para ella y un largo etcétera. La investigación concluyó que la cantante tenía celda individual como algunas otras presas más, que solo se negó en una ocasión a barrer el suelo en una estancia que no le correspondía (el taller), que no disponía de jamón de jabugo y otras viandas para su alimentación y que hacía labores de punto.

Aspecto que sí quedó manifiestamente claro es que Pantoja ha cumplido rigurosamente con la segunda parte de su condena: abonar una multa superior al millón de euros. Y, a decir verdad, no todos los condenados cumplen con esa parte.

Cuando acabe todo el proceso, podrá asegurarse que habrá pagado al céntimo su deuda con la Justicia.

Se cumplirá así una década especialmente agitada en una vida igualmente intensa. Desde que casó a los 27 años con Paquirri y este falleciera año y medio después (casi el mismo tiempo que ha transcurrido en la cárcel), la existencia de Isabel Pantoja ha danzado entre el escenario y el papel couché sin solución de continuidad.

Se conocen sus hombres y sus mujeres, sus hijos e hijastros, sus tres nietos, sus canciones (Se me enamora el alma, 1989) con sus letras y su doble sentido (“Ya no quiero verte más, para qué llorar, para qué sufrir…”) y sus dolencias, del alma, del corazón y del cuerpo, porque incluso sus visitas al hospital revelaban algunos problemas de salud. Se sabe, porque los juicios tienen estas cosas, que facturó 18 millones de euros en 11 años.

Próxima a cumplir los 60 años, tiene ya mucha vida que contar y que cantar. Habrá que estar atentos a su regreso y a su próxima exclusiva, preludios de su próximo álbum, clandestino, grabado en México, según algunas fuentes, antes de ingresar en prisión, en el verano de 2014.

Un álbum que es una expectativa de emociones y sentimientos, un derroche de pasión, según quien lo ha escuchado. Los mercaderes saben que Isabel Pantoja tiene crédito para llevar dolor al escenario, ella que fue viuda de España y ahora ha sido su reclusa más reconocida. Los mercaderes y ella misma, autora de su propio personaje.

 

 

FUENTE: ppelverdadero.com.ec