ESPECTACULOS

Murió Abbas Kiarostami, uno de los cineastas más grandes del siglo XX

El famoso director, ganador de la Palma de Oro, falleció por un cáncer a los 76 años y dejó un importante legado de obras, entre las que se destacan “El sabor de las cerezas” y “A través de los olivos”

Como en el caso de Rossellini o Godard, habrá un antes y un después de Abbas Kiarostami: el cineasta iraní fallecido en Francia de un cáncer a los 76 años, fue saludado el lunes como uno de los cineastas más grandes del mundo.

El director, ganador de la Palma de Oro en 1997 por «El sabor de las cerezas», había viajado a Francia la semana pasada para recibir tratamiento tras someterse a varias operaciones en su país entre febrero y abril.

La agencia oficial IRNA afirmó que su cuerpo será repatriado para ser enterrado en Irán.

Este mes Kiarostami había sido invitado a integrarse a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, que entrega los premios Oscar.

«Abbas no es solamente el cineasta iraní más grande, el Rossellini de Teherán, el buscador que encuentra, era también un fotógrafo inspirado. Encarnaba el arte«, tuiteó el ex presidente del Festival de Cannes Gilles Jacob.

Nacido en Teherán en 1940, en el seno de una familia modesta, Kiarostami se dio a conocer junto con la generación de directores iraníes de los años setenta, conocida como la Nueva Ola.

Los premios que cosechó en los festivales más importantes del mundo le confirieron notoriedad mundial, sobre todo a partir de «A través de los olivos»(1994).

Tras la revolución de 1979 permaneció en el país, pero realizaba muchos de sus proyectos en el extranjero, tolerado por el régimen religioso

Ficciones o documentales, cortos o largometrajes, en total más de 40 títuloscomponen una filmografía que se caracteriza por un estilo discreto, unrealismo algo sombrío, una fotografía delicada y un humor soslayado.

«Forma parte de esos cineastas muy contados que han supuesto un antes y un después para el cine«, consideró Frédéric Bonnaud, director de la Cinemateca Francesa.

«Era un inventor porque llegaba a conjugar cierto realismo, hablando mucho de su país y de los hijos de su país, aun a sabiendas de que el cine es un espectáculo que puede manipular lo real», añadió.

Trabajador incansable, díscolo, era fácilmente reconocible por sus grandes gafas de cristales ahumados.

La Palma de Oro en Cannes, en 1997, por «El sabor de las cerezas», sobre el deseo de vivir y la fragilidad de un hombre de 50 años, que le causó problemas en Irán porque la actriz Catherine Deneuve le dio un beso al entregarle el premio, para furia de los conservadores en Irán.

«Sin él, nunca hubiera podido hacer ‘Persépolis'», aseguró la dibujante y cineasta Marjane Satrapi, que lo conoció en persona en Francia después de admirar sus películas en Irán.

«Tenía su lenguaje propio, su estilo. Era muy modesto, pero era la modestia de la gente que está segura de sí misma», agregó con tristeza.

«Hizo gran parte de su carrera en Irán, le reprochaban que no fuera más político. Pero sus películas lo son, hablan de feminismo, de suicidio…», argumentó.

«Es un momento triste para Irán y para sus seguidores en todo el mundo, hoy perdimos a un gran hombre«, tuiteó a su vez la actriz iraní Taraneh Alidoosti («A propósito de Elly»).

Muchos seguidores compartían en twitter una frase de Jean-Luc Godard : «Elcine nace con Griffith y se acaba con Kiarostami«.

 

FUENTE: infobae.com