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Con bajo perfil también se llega lejos

No es un líder visible de su partido ni un orador destacado de la Asamblea. Tampoco se caracteriza, precisamente, por su gran actividad legislativa: apenas un proyecto de ley ha presentado en sus dos años de gestión. Y ese, el proyecto deLey Reformatoria a la Ley Orgánica de Reestructuración de Deudas de la Banca Pública (el nombre es mucho más largo, pero con eso basta), fue elaborado por once asambleístas y consta de un único artículo.

Quizá lo más definitivo que se puede decir de César Litardo, el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, nacido hace cuarenta años en Quevedo, provincia de Los Ríos, es que tiene un perfil bajo. Pero ¿quién no, en Alianza PAIS?

Como tantas otras figuras políticas del Ecuador, Litardo empezó su vida pública en la dirigencia deportiva. Apenas era un treintañero cuando fue electo presidente del Deportivo Quevedo, el club de fútbol azul grana de no muy brillante trayectoria al que supo reflotar económicamente, pese a los fracasos deportivos, gracias a sus contactos políticos con el entonces todopoderoso partido del gobierno correísta.

La suya fue una administración con altibajos: en 2013 el club cayó a la segunda categoría, logró reflotar al año siguiente, pero no supo mantenerse.

De nada sirvieron las contrataciones de relumbrón, que incluyeron a un jugador jamaiquino poco conocido, pero que había pasado por la Premier League inglesa.

A fines de 2015, cuando el descenso parecía otra vez inevitable, Litardo renunció a su cargo.

Para entonces ya era concejal de Quevedo por Alianza PAIS y había dejado el problema del financiamiento en buenas manos: antes de su gestión, los principales auspiciantes del equipo habían sido siempre empresas privadas: Agripac, Radio Sucre, Pílsener, Biela, diario La Hora

Con él en la presidencia, se apuntó a la única fuente segura de dinero en esos tiempos: el Gobierno.

Cuatro grandes torres de iluminación nocturna fueron inauguradas en el estadio 7 de Octubre, con la presencia del ministro del Deporte, José Francisco Cevallos, y los logotipos de la Prefectura de Los Ríos y del Municipio de la ciudad pasaron a ocupar, en la camiseta del Deportivo Quevedo, el lugar antes reservado para las marcas de cerveza.

La concejalía le trajo problemas. Por extraño que parezca, su pertenencia al partido de gobierno no le garantizó, en ese cargo, el apoyo del poder.

Son las paradojas del control político en los feudos provinciales: Quevedo, para ese entonces, era el señorío personal de Vinicio y Fernando Alvarado y al hoy presidente de la Asamblea corresponde el mérito de haberlos enfrentado.

Resulta que un tercer hermano, Humberto Alvarado, se había apuntado al movimiento aliado Avanza (el que creó Ramiro González desde el IESS, al amparo del Gobierno), había ganado una Concejalía y ahora aspiraba al cargo de vicealcalde. Litardo y otros concelajes de PAIS (en minoría frente a Avanza) se opusieron.

Y les fue mal. Un día de ingrata recordación, el hoy prófugo de la justicia Fernando Alvarado, entonces todopoderoso secretario de Comunicación, citó a los mal portados en la Unidad de Vigilancia de Quevedo y los vapuleó, trapeó el piso con sus nombres y los atemorizó con amenazas e intimidaciones (por lo menos eso es lo que ellos contaron).

Poco después, Litardo y sus compañeros concejales fueron llevados ante la Comisión de Ética y Disciplina de su partido y conminados a guardar silencio.

Cosa que hicieron con disciplinada resignación.

Pero Litardo no cayó en desgracia. Al contrario. Ese mismo año (2014) fue electo director cantonal de Alianza PAIS en Quevedo.

El dirigente deportivo compitió para ese cargo con el director provincial de Cultura.

En un movimiento como el correísta, no había dónde perderse: Litardo ganó con 298 votos contra 87.

Saber callar y bajar la cabeza le aseguró el futuro.

A la vuelta de la esquina, tenía dos posibilidades: la Alcaldía de Quevedo o un escaño provincial en la Asamblea.

Eligió lo segundo. Y no se equivocó.

Fue quizá este incómodo pasado de desavenencias con el correísmo lo que lo llevó, ya como asambleísta, a cerrar filas decididamente con el ala morenista en cuanto se dividió el partido, en noviembre de 2017. Otros dudaron con quién quedarse.

Él nunca. “En el bloque hay posturas extremistas”, declaró de entrada.

Se refería a quienes lo mandaron a callar cuando concejal.

Como asambleísta no brilló nunca. Se ubicó en una discreta posición de la más discreta de las comisiones: la de Soberanía Alimentaria.

Un día la historia golpeó a su puerta y él terminó, quizá contra su voluntad, con una papa caliente entre las manos.

El Pleno decidió nombrar una comisión ocasional para investigar el asesinato del general Jorge Gabela.

La comisión se reunió y lo eligió presidente. Por una vez, César Litardo se encontraba en el ojo del huracán.

La costumbre de mantener el perfil bajo y el instinto de callar cuando era necesario le jugaron más de una mala pasada en ese puesto.

Se lo recordará siempre por el pretexto infantil con que justificó la exclusión de José Serrano del informe final de la comisión.

Su colega de bancada fue ministro del Interior cuando la investigación del caso Gabela se torció y los peritajes se extraviaron; su nombre apareció una y otra vez, durante las sesiones de la comisión, entre los responsables de que la investigación original fuera tan descaminada.

Era inaudito que no apareciera en el informe. Cuando se lo preguntaron, en una entrevista, él tragó saliva y adujo una “falla de tipeo”. La culpa era del mecanógrafo.

Disciplinado, cauto, poco amigo de protagonismos, César Litardo era la figura ideal que necesitaba un partido tan huérfano de figuras descollantes como el suyo.

En tiempos de escenarios volátiles y mayorías poco claras, son los hombres como él quienes llegan a la presidencia de la Asamblea.

Discurso

Una discutible independencia

Con palabras conciliadoras asumió César Litardo la presidencia del primer poder del Estado.

Su principal idea fuerza fue la de la independencia de poderes, pese a que los principales acuerdos y la misma agenda legislativa del consenso fueron cocinadas en Carondelet.

Sus dos prioridades: la lucha contra la corrupción y la generación de empleo.

Datos

Hombre de comercio

César Litardo es ingeniero comercial por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.

Hombre político

Tiene un masterado en Gobernabilidad y Gerencia Política.

Desde abajo

Su primer cargo público fue como concejal en su ciudad natal: Quevedo, provincia de Los Ríos. (I)

Fuente: expreso.ec