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El copiloto tuvo la «intención de destruir el avión», según el fiscal

Los investigadores de la colisión del Airbus A320, estrellado el pasado martes en los Alpes franceses, creen que el copiloto estrelló el aparato «con voluntad de destruir el avión» por razones que se desconocen, aunque en este momento «nada permite decir que se trate de un atentado terrorista».

El fiscal de Marsella encargado del caso, Brice Robin, explicó que el copiloto, identificado como Andreas Lubitz, de 28 años, nacionalidad alemana y no clasificado como terrorista, respiró «con normalidad» hasta el momento de la colisión en los Alpes franceses, según la grabación sonora recogida en una de las cajas negras.

Pese a que en los primeros 20 minutos el copiloto mantuvo una conversación «normal y cortés» con el comandante, después se escucha al comandante preparar el informe de aterrizaje en Düsseldorf, al que el copiloto responde de forma «lacónica».

Posteriormente, el comandante pide al copiloto tomar el mando -presumiblemente para ir a hacer sus necesidades- y se escucha el movimiento de una de las butacas y una puerta que se cierra.

En ese momento, cuando el copiloto ya está solo, acciona el sistema de descenso y ya no vuelve a hablar hasta el momento de la colisión.

«Ignoramos la razón, pero puede analizarse como una voluntad de destruir el avión», señaló Robin.

Posteriormente, a preguntas de los periodistas, remarcó claramente que en este momento no existe ninguna pista que indique que la colisión pueda haber sido consecuencia de un atentado terrorista.

Robin agregó que las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del impacto.

Lubitz, de 28 años, nació en la pequeña localidad de Montabaur, en el estado federado de Renania-Palatinado (oeste de Alemania). Tenía una experiencia de 630 horas de vuelo y había comenzado a trabajar en Germanwings en septiembre de 2013, según Lufthansa.

La alcaldesa de Montabaur, Gabriele Wieland, explicó a la agencia de noticias alemana «dpa» que el joven había vivido con sus padres y tenía también un alojamiento en Düsseldorf, ciudad a la que se dirigía el avión de Germanwings que se estrelló con 150 personas a bordo en los Alpes franceses.

«Andreas murió como primer oficial de servicio en la catástrofe aérea», publicó en su página el Club de Deportes Aéreo (LSC Westerwald) de Montabaur, del que era miembro, al conocer la noticia del accidente el pasado martes.

«Cumplió su sueño de volar, sueño que ahora ha pagado caro con su vida», manifestaban sus compañeros del club en recuerdo de un joven que, señalaban, «comenzó como piloto de planeadores y llegó a ser piloto de un Airbus A320».